¿Con qué nos quedamos?

Descubrir junt@s la comunicación que queremos construir, es una estupenda forma de mejorar nuestras relaciones y uno de los mejores regalos que podemos hacer a nuestra/o hija/o.

Digo descubrir porque la mayoría de nosotras nos comunicamos y punto, no ponemos consciencia en ello. Cuando observamos más detenidamente nuestro estilo comunicativo y el de nuestro entorno, re-descubrimos aspectos de las relaciones (juicios, violencia implícita, dependencias, exigencias, comparaciones,…), que se esconden detrás de las palabras y los gestos.

Y junt@s, porque verbalizar nuestro mundo emocional y nuestros descubrimientos o ignorancias, nos acerca profundamente a nuestra/o hija/o. Lo que nos permite co-crear la manera única en la que nosotras/os queremos comunicarnos y relacionarnos.

Poner nombre a aquello que nos está pasado, estamos sintiendo o de lo que estamos siendo testigos, es esencial y forma parte de la Educación Emocional que podemos proporcionar en la familia. Primero, como forma de expresión y prevención de complicaciones emocionales o de salud y también, como base a nuestra Autoregulación.

  • Si puedo expresar mi enfado, no tendré que «comérmelo» para somatizar después en dolores de tripa/cabeza
  • Si puedo contar lo agredida/o que me he sentido, no tendré miedo a contar…
  • Si sé que esto que siento se llama… soledad, sabré que tengo que buscar… compañía. Cansancio/reposo, agitación/relax,…

En la actualidad hay muchos libros que hablan de emociones y podemos compartir su lectura con nuestro/a hijo/a. Te propongo utilizar además, otros recursos:

  • Verbalizar tus propias emociones, contrariedades, dudas y descubrimientos sobre tu mundo emocional, cuidando de no dejarte fuera aquello que consideras «desagradable»… Estoy nerviosa y me he dado cuenta, de que estoy pendiente de lo que «fulanita/o» piense sobre mi trabajo. Me siento triste, he perdido una oportunidad labora y quizás hoy no esté muy divertida (cuando nos permitimos mostrarnos vulnerables, les estamos «permitiendo» sentir).
  • Analizar aquello que les sucede a los personajes de cuentos, películas, obras de teatro,… Utilizaremos ese material emocional, para poner ejemplos, empatizar con lo que les pasa, contar nuestras anécdotas al respecto. Así, les ayudamos a elaborar sus propias vivencias… ¿Cómo crees que se debe sentir «fulanito/a»? Cuando yo discutí con mi amiga, sentí tanto enfado que quise romper algo, al final…
  • Observar aquellas escenas de las que somos testigos e invitar a imagina cómo de se deben estar sintiendo. Aquí hay que poner atención a los juicios, ideas preconcebidas o conceptos morales que se nos pueden escapar y si surgen, mencionarlos también!

A mí me reafirma oír a mi hija expresar lo que siente, en ocasiones y con emociones, que te aseguro no son fáciles para nosotras. Y con niñas/os que he trabajado, cuando veo sus caras de alivio al poder dar salida a aquello que tenían guardado dentro.

Seguro que te alivia identificar lo que te pasa, poder darle un nombre. A veces alguien se lo pone o algo que lees, te ayuda a darte cuenta de lo que se estaba moviendo. A mí muchas veces me embarga la prisa, voy contrarreloj y no siempre es por una cita. Con el tiempo, me he dado cuenta de que no sólo me exijo puntualidad (en mi familia de origen no había otra forma correcta de acudir a las citas), sino que utilizo ése «estado estresado» para no estar en mí, no permitirme parar o no conectar con mi necesidad del momento (parar, descansar, estar en soledad), incluso a veces, lo utilizo para no escuchar las necesidades de mi hija (porque la urgencia de mi actividad denota prioridad).

Os dejo ésta práctica de consciencia para ésta semana. Si necesitas ayuda o quieres consultar alguna situación concreta, deja un comentario aquí o en Facebook. Me encantará compartir experiencias!