Hace un par de semanas, tuve la suerte de asistir a un curso en Alma de Cántaro (de Antonio Naharro). Y su generosa presencia y atención, provocaron en mí la reflexión que os dejo.
Muy a menudo, cuando voy a un curso, me vuelvo a casa con la sensación de que los profesores/ponentes, se han guardado información práctica y valiosa.
Incluso, cuando les pregunto algo que me interesa de su trabajo, tiran balones fuera, con el típico… esto es largo de contar! O peor aún, te lo cuentan con escasos detalles técnicos.
Creo, que no os sorprenderá mi conclusión.
Miedo. Miedo a que si los demás sabemos lo mismo, podamos hacer igual o mejor trabajo que ellos. Miedo a no poder diferenciarse.
No sé vosotros pero yo, siento que vivimos en constante competencia.
Y como dice Humberto Maturana, la sana competencia no existe, porque la competencia es un fenómeno cultural que se constituye en la derrota del otro.
Lo que nos lleva así, a la continua negación del otro.
En mi opinión, lo que hace que nuestros trabajos sean diferentes, es lo que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida, eso de lo que no somos totalmente conscientes y constituye nuestra esencia. De ahí viene lo que inspira nuestras piezas, sólo tenemos que dejarlo salir.
Yo, prefiero compartir.
Completamente de acuerdo, Quika!